EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES


En la mitología griega las Hespérides las ninfas (deidad femenina menor de la naturaleza, típicamente asociada a un accidente geográfico o lugar concreto) cuidaban un maravilloso jardín en un lejano rincón del occidente, situado cerca de la cordillera del Atlas en el Norte de África al borde del Océano que circundaba el mundo.
Según el poeta griego siciliano Estesícoro, en su poema la Canción de Gerión, y el geógrafo griego Estrabón, en su libro Geografía, las Hespérides estaban en Tartessos, un lugar situado en el sur de la península Ibérica.

Para la época romana el Jardín de las Hespérides había perdido su lugar en la religión, reduciéndose a una figura poética, forma en la que fue resucitado en la poesía renacentista, para aludir tanto a un jardín como a las ninfas que moraban allí.

Normalmente las Hespérides eran tres. "Como las propias Hespérides son meros símbolos de los dones que encarnan las manzanas, no pueden ser actores en los dramas humanos. Sus nombres abstractos e intercambiables, son un síntoma de su impersonalidad", señaló Evelyn Harrison. 

Entre los nombres que recibían están:

Egle: "brillo’ o ‘esplendor".

Eritia. "La roja". Bella ninfa que cuidaba un maravilloso jardín en el Occidente. Según los autores podrían ser hijas de la Noche por sí misma. Este nombre se aplicaba a la isla cercana a la costa del sur de Hispania que fue una colonia púnica original de Gades (actual Cádiz). Plinio el Viejo recoge sobre esta isla de Gades: «En el lado que mira hacia Hispania, a unos 100 pasos de distancia, hay otra isla larga, de unas 3 millas de ancha, sobre la que estuvo la ciudad original de Gades. Por Éforo y Filístides es llamada Eritea, por Timeo y Sileno Afrodisias, y por los nativos la Isla de Juno.» La isla era el hogar de Gerión, que fue derrotado por Heracles.

Hesperia, y otros

Las ninfas del atardecer


A veces se las llamaba Doncellas de Occidente, Hijas del Atardecer, Diosas del Ocaso, todas ellas designaciones en principio ligadas a su situación en el distante oeste. Hésperis es apropiadamente la personificación del atardecer. Además de cuidar del jardín, se decía que obtenían gran placer al cantar.
A veces eran retratadas como las hijas vespertinas de Nix (la Noche), tanto solas como con Érebo (la Oscuridad). Según otras fuentes eran hijas de Atlas o de Zeus.
El Jardín de las Hespérides 

Es el huerto de Hera en el oeste, donde un único árbol o bien toda una arboleda daban manzanas doradas que proporcionaban la inmortalidad. Los manzanos fueron plantados de las ramas con fruta que Gea había dado a Hera como regalo de su boda con Zeus. A las Hespérides se les encomendó la tarea de cuidar de la arboleda, pero ocasionalmente recolectaban la fruta para sí mismas. Como no confiaba en ellas, Hera también dejó en el jardín un dragón de cien cabezas llamado Ladón como guardián protector.

Después de que Heracles completase sus primeros diez trabajos, Euristeo le asignó dos más afirmando que no contaban ni el de la Hidra (porque le había ayudado Yolao). El primero de estos dos trabajos adicionales fue robar las manzanas del Jardín de las Hespérides. Heracles capturó primero al anciano del mar, el dios marino que cambiaba de forma, para saber dónde estaba ubicado dicho jardín.
Llegando finalmente al Jardín de las Hespérides, Heracles engañó a Atlas (titán al que Zeus condenó a cargar sobre sus hombros con los pilares que mantenían la Tierra (Gea) separada de los cielos (urano)) para que recuperase algunas manzanas de oro ofreciéndose a sujetar el cielo mientras iba a buscarlas (Atlas podría tomarlas en esta versión porque era el padre de las Hespérides o tenía algún parentesco con ellas). Al volver, Atlas decidió no aceptar los cielos de vuelta, y en su lugar se ofreció a llevar las manzanas a Euristeo él mismo, pero Heracles volvió a engañarlo aceptando quedarse en su lugar a condición de que Atlas sujetase el cielo un momento para ponerse su capa más cómodamente. Atlas accedió, y entonces Heracles tomó las manzanas y se marchó.
Hay otra variante de la historia en la que Heracles era la única persona que robaba las manzanas, si bien Atenea (diosa de la guerra, civilización, sabiduría, estrategia, de las artes, de la justicia y de la habilidad) las devolvía luego a su lugar correcto en el jardín.